jueves, 29 de marzo de 2012

Vibrantes conversaciones

El problema de los embotellamiento es algo común en todas las ciudades del mundo. Ya aquí he visto por aquí varios que eran largos de narices. Y encontrar una solución al exceso de tráfico es complicado. Unas semanas antes de venirme para Corea tuve una apasionada charla al respecto con varios de mis buenos amigos mientras dábamos una vuelta por el paseo marítimo de Málaga. Tras unas arduas horas diciendo chorradas y en las que la palabra monorrail salió a la palestra una y otra vez, uno de los presentes tuvo una idea cuanto menos curiosa. Habló de abrir un servicio de radiotaxis a través de la costa. Agilizaría el tráfico y la gente podría disfrutar de un paseo por el mar todas las mañanas. Tal como lo explico tenía su lógica. Pero el monorrail era mucho monorrail para el otro así que al final, y para variar, no sacamos ninguna conclusión de tan fascinante charla. Como besugos.

Así quedó la cosa hasta... ¡hoy! Esta mañana, mientras miraba la guía para visitar más sitios de Corea, me he encontrado de bruces con un artículo que me ha sorprendido bastante. He aquí el título: "Radiotaxis acuáticos del Río Hanganng". Como os podéis imaginar, rompió todos mis esquemas de forma de transporte públicos existentes. Parece ser que en el río Hangang (el río que atraviesa Seúl) hay un servicio de radiotaxis disponibles para atravesar el río de este a oeste (no sé si pueden hacerlo al revés, no lo especifica). Están los que hacen trayectos cortos, que te cuesta unos 5.000 won y luego los regulares que son 2.900 won por kilómetro recorrido. Hay once paradas de taxis y sólo puedes cogerlo si los reservas previamente.



El tema este de los taxis acuáticos forma parte de una iniciativa del gobierno para recuperar el río y convertirlo en un sitio turístico más. El lema que han usado para esta iniciativa tiene su gracia: "hacer del río Han un lugar más accesible, más atractivo para visitar y más vibrante". Yo no sé cómo se puede vibrar en un río, pero ahí está en el lema escrito. Supongo que por algo será.

Ya me imagino a mi amigo que propuso los radiotaxis en aquella mítica conversación con su taza de colacao mañanero. Después de leer esta entrada posará la taza sobre su escritorio, se cruzará de brazos, mirará a la ventana, satisfecho, sonreirá levemente y, mientras asienta la cabeza con la gloria brillando en sus ojos glaucos, dirá: "Sí. Ya era hora de que se me reconociese, pardiez."

Palabra por palabra.

martes, 27 de marzo de 2012

En casa del herrero, cuchara de palo

Corea no para de sorprenderme. En un país donde tienen el Internet más avanzado del mundo, donde todo el mundo usa smartphones de todos los colores y tamaños y las nubes digitales están a la orden del día, voy y me encuentro con esto en la tienda de la universidad escondido en una estantería:



Yo apenas los usé antes de que el cd se convirtiese en el formato más usado. Pero molaban mogollón. Ojalá volviesen.

¡Y los sombreros también!

jueves, 22 de marzo de 2012

Clásicos estereotipos coreanos

Tras varias semanas viviendo en Corea vas descubriendo como son los coreanos. Desde España tenemos los clásicos estereotipos. Para empezar la mayoría de la gente conocemos a todos los asiáticos como "chinos". Creemos que o son súper inteligentes o totalmente ignorantes por cualquier causa que nos parece que no están a la altura de nuestras circunstancias. El estereotipo que más he escuchado de los coreanos y que más me sorprendió es la de que todos comen perro. Todos no lo comen. Y, de hecho, todavía no he visto un sólo sitio donde lo ofrezcan ni en Incheon ni en Seúl (en cuanto lo descubra lo comentaré por aquí). Podría decir muchos más estereotipos, pero mejor dejarlo. Durante todo este tiempo he visto todo tipo de coreanos. Desde aquellos que están obsesionados con el fútbol ("Messi" es la palabra más escuchada en esos círculos) a amantes de la literatura, música, fiestas, idiomas, modas y un largo etcétera. Por supuesto, también los hay alegres y tristes. Abiertos y cerrados. Agradables y de. Creídos y humildes. En definitiva, hay coreanos y coreanos.



Escribo también esta entrada porque cansa escuchar los estereotipos que tenemos los españoles y de tener que dar explicaciones. No me parece justo que el mundo crea realmente que somos nada más que vagos e incultos. Conozco a mucha gente que se curra las cosas, que de una manera u otra salen adelante y disfrutan de la vida sin tener que ser fiesteros siempre. Y ya que estoy, os dejo con un enlace del blog de Iturriaga que dice más cosas de las que digo por aquí. Dicho sea de paso, es un crack auténtico:

http://blogs.elpais.com/baloncesto/2012/03/contra-la-igualdad.html

lunes, 19 de marzo de 2012

Claro, eso lo explica

Pensaba hacer una entrada explicatoria sobre cómo me encontré lo que veis en la foto. Pero he pensado que lo mejor sea que juzguéis vosotros mismos:



Sí. Una máquina esprendedora de... ¡libros! Tengo que admitir que me rompió todos los esquemas. Yo sabía de la existencia de máquinas como esa de las clásicas que conocemos (de esas que se tragan el dinero y que no te dan la bolsita de frutos secos de turno). En Japón las hay que ofrecen ropa interior femenina usada (quiero ver a alguien pagando por eso). Incluso de máquinas que dan oro (esas están en los países árabes), pero en mi vida me habría imaginado una máquina que da libros. Están en la mayoría de paradas del metro de Seúl. Pero no es el detalle de que pongan una máquina que da libros, sino lo que ofertan: libros de matemáticas, de escritura, ciencias y demás asignaturas que nunca se me han dado bien en el colegio. Por razones como éstas uno se explica por qué nos sacan tantos años de desarrollo de ventaja.

viernes, 16 de marzo de 2012

Un merecido café

El papeleo es una pesadilla. Que si vas a un edificio equivocado, que si tienes que traer el pasaporte, que esa foto no vale, que si yo que sé qué y yo que sé cuánto. Lo que digo. Una pesadilla. Y esta vez me ha pasado con la Embajada de España de Seúl. Ya fui el pasado martes y me dejé todo lo que podía olvidar y más en la residencia. Y la verdad es que es más frustrante cuando estás a dos horas de distancia en metro... Pero hoy lo he conseguido. He llevado todo lo que me pedían y encima sin hacer algo que pusiese en apuros la seguridad del personal como me pasó en cierta ocasión en otra embajada ¡Bien!

Contento de haber acabado con el infierno burocrático decido buscar algún sitio para tomar café. Después de un agobiante papeleo siempre gusta ir a un sitio tranquilo para disfrutar de un café. Adoro el café. Ya sea con los amigos, con un libro o, incluso, en frente de una pantalla de ordenador mientras hablas con los amigos que están lejos. Lo aconsejo. Es una actividad la mar de saludable. A partir de esas premisas decido ponerme a buscar un café. Salgo de la calle de la embajada y tras hacer una parada obligatoria en la tienda oficial de Harley Davidson (es inevitable parar y mirar), me meto de lleno en el barrio típico coreano. Ya os podéis imaginar como son las calles de aquí. Con su caótico cableado entre los postes. Edificios residenciales bajitos. Calles estrechas y sí, un mogollón de coches. En el momento que iba a hacer la foto no había nadie, pero fue ponerme y aparecer todos los coches que aparecen en la imagen. Palabra.





Aun así no me dejé amedrentar por tanto tráfico (soy un valiente) y subí la calle buscando mi merecido café. Y finalmente, lo encontré:



Vale, sí. Es cierto que a simple vista no tiene ninguna atracción. De hecho te invita a no entrar, pero yo insisto con mi café. Y fruto de mi cabezonería descubrí un sitio que realmente mola:











Mola, ¿verdad? El nombre de la cafetería es Magnolia. Parece que es una simple cafetería metida en una pequeña habitación. La particularidad que tiene este café es que también las hace de estudio de diseño. Lo sé porque he encontrado su propia página web (en coreano, eso sí: www.magnoliacafe.co.kr ). Y está currado el sitio. Me recuerda un poco a las típicas tiendas de Suecia con el suelo de madera y con motivos que recuerdan a la naturaleza (los que han estado allí me entenderán a la perfección) y todo dentro de una pequeñísima habitación.

Y el café, ¿qué decir del café? Tampoco me las doy de experto con los cafés, pero desde que he venido es de lo mejor que he tomado por aquí. Y más bien sabe cuando me lo merezco. Me siento como Michel:

http://vimeo.com/28447471

P.D: ¡que viva chupa chups!

miércoles, 14 de marzo de 2012

Un 'opening' como Dios manda

Hoy ha sido un día especial para los coreanos. Parece ser que tienen la costumbre (poco sana, en opinión de un servidor) de que todos los 14 de marzo un chico enamorado de una chica le regala algo a esa chica para manifestar su amor y todas esas... cosas. Y parece que no. No tienen suficiente con el 14 de febrero. Creen que hay que hacer algo más un mes más tarde. Y hoy, de hecho, en el campus han repartido golosinas, regalos e incluso han montado un fotocol para hacer fotos a las parejas. Pero no hablaré de eso. No. Hoy hablaré de algo más importante.

Como he estado malo estos días, he tenido la oportunidad de parar y rastrear por Internet curiosidades y he descubierto algo que me ha dejado con la boca abierta. Y es que la animación de los Simpson se llegó a hacer... ¡en Corea!



Fue hace muchos años. Cuando los Simpson formaban parte de un programa que se llamaba The Tracey Ullman Show, presentado por la mismísima británica que daba nombre a ese show... Perdonad mi incultura, pero no sé nada de esa señora. Lo único que he podido averiguar que ha llegado a salir en Granujas de medio pelo de Woody Allen... ¿a alguien le suena?, ¿es buena peli?

Realmente no sé si la animación de la serie la dejaron de hacer en Corea o siguen todavía, porque he leído noticias contradictorias. Pero cuando vi esta curiosidad me acordé inmediatamente de un gran vídeo que hizo el mismo Bansky para la serie. Por si no sabéis quién es, Bansky es un grafitero (se cree que es también británico) cuya identidad se desconoce, pero que hace unas pintadas que son la leche:





Pues os explico. La Fox decidió invitar a Bansky para que hiciese los créditos de inicio de la serie. Aceptó. Y aprovechó para darle caña a la Fox. Además, caña de la buena. Parece ser que en Corea la Fox tiene una fábrica para hacer el merchandaising de la serie. Bansky enseñó esa supuesta fábrica surcoreana donde los "trabajadores" fabrican productos de merchandising con la cara de Bart Simpson. Respecto a cómo la Fox consiguió invitar a Bansky es un misterio, pero que no se haya trascendido ninguna imagen de él en la Fox me sorprende aún más. Y más cuando su secuencia provocó problemas entre los guionistas al punto de que estuvieron a punto de ir a la huelga. Aquí os dejo el enlace del vídeo para que lo disfrutéis porque no tiene desperdicio:

http://www.youtube.com/watch?v=sh1LhJzF3rE

Y como último apunte personal, creo que esta intro es de lo mejorcito de la historia de la televisión.

domingo, 11 de marzo de 2012

Bad cops, bad cops!

Cuando te levantas por la mañana y escuchas el viento frío como golpea la ventana de un octavo piso, te das cuenta de que la opción de quedarse en el dormitory es bastante atractiva. Y más si descubres en el ordenador que la temperatura no está por encima de los cero grados. Dejaré la calle para mañana. Pero no os preocupéis que no voy a dedicar esta entrada al dormitory. De hecho, se puede resumir en pocas palabras: es un edificio simple. Con su cafetería, su tiendecita y salita de estudios y su comedor. No tiene más misterio. Leandro acertó al decir que el edificio se parece al Carlos Haya. Realmente lo parece. En cuanto haga un poco de menos frío haré una foto para que veáis la maravilla.

Sin embargo, si voy a hablar de lo que me encontré el otro día en mitad del descampado que hay entre el campus y la parada del metro. El sitio del que os hablo debería ser un lugar simple. Ya sabéis. Una simple carreteras de doble sentido con su simple acera para los peatones. También tiene un simple carril bici majete y unos simples descampados a cada lado para construir cualquier cosa que simplemente se tercie. Sí. Debería ser así de simple. Y lo es en un 99%. No obstante, hubo un detalle que nunca había visto. Un objeto que arrebata el valor simple de la calle. Algo que, por lo que intuyo, marca la diferencia entre darte una vuelta tranquila por la simple calle o caminar acongojado de miedo mientras vas con el paso acelerado. Ahí está la maravilla:



Ahí está. Un maravilloso palo que sostiene las luces de un coche de policía. Anclado en mitad de la nada. Con su plaquita para conseguir energía solar. Si, señor. Busqué la bocina, pero no lo encontré. Creo que se quedaron sin presupuesto. Una lástima. Desconozco el lado práctico de tener "eso" en mitad de una calle. El caso es que me imagino a la policía coreana sentada en sus sillas mirando a las pantallas. Vigilando que nadie haga desorden público en mitad de los descampados. Estarán pegados a sus pantallas con los ojos rojos mientras fuman como carreteros y con el dedo índice cerca de un botón gigante de color rojo para activarlo ¡Sí! Los maleantes se asustarán y abandonarán la calle cuando vean unos focos que van sin coche... que... ¡útil! Entre comprar un coche y poner solamente las luces decidieron lo último. Un lumbreras.

Me imagino la reunión en el Ministerio de Interior Coreano. Todos mirándose las caras en una larga mesa de madera, preocupados con el control de los descampados. No saben qué hacer. De repente Park, un funcionario nuevo, propone un proyecto en el que lleva pensando intensamente desde hacía cinco minutos. Propone poner luces de policía en postes. Argumenta que así los maleantes se asustarán en cuanto vean las luces de noche. Porque, claro, los maleantes deciden hacer cosas malas en los descampados en mitad de la noche. Dicen de poner un placa solar. Ahorrarán costes en energía. Miradas boquiabiertas. Aplausos. Todos le felicitan. Codazos debajo entre los compañeros. Este Park va a llegar lejos, te lo digo yo. Días más tarde ponen el palo con las luces. Park y su jefe se hacen la foto. Sonríen. Palmada en la espalda. Bien hecho, hijo. Has salvado la seguridad de este descampado. Ni un robo en el solitario descampado. Chapó por Park.

En fin, se me ocurren un montón de gracietas que decir, pero aquí os dejo con un buen puntazo:

http://www.youtube.com/watch?v=YIP2epRSdBg&feature=related

P.D: hay que admitir que en francés es genial! xD

sábado, 10 de marzo de 2012

Y llegó el choque de civilizaciones

Ayer, mientras esperaba el tren que me llevase a Seúl me di una vuelta por el andén para entrar un poco en calor porque entraba una rasca que te calaba si te quedabas quieto. Tampoco fue una vuelta trascendental. No tenía nada de especial el lugar. Era un andén con sus modernas columnas para sostener el moderno tejado, con sus modernos kioskos de prensa y sus modernas personas esperando sus respectivos modernos trenes. Incluso la voz del megáfono sonaba moderno. Pero mientras buscaba un mapa para ver si iba bien (más vale prevenir que curar), me encontré con esto:



¿Una esvástica?, ¿aquí?, ¿en plena Corea?... pues sí. Así es. Y no tiene nada que ver con el nazismo y todas esas cosas. Parece ser que este símbolo proviene del Budismo, aunque hay quien dice que se origina anteriormente en la India. El caso es que varía la posición en comparación con el que conocemos todos. Mientras que en la versión nazi está inclinado, ésta esvástica está recta. Por supuesto, los significados son totalmente opuestos. Éste en concreto, es decir, el bueno significa salud (según la cultura significará una palabra u otra, pero viene a ser lo mismo). Es más, me he informado un pelín más y según wikipedia (qué gran invento) el símbolo está incluido tanto en la grafía china como en la japonesa y en coreano no se usa ese símbolo pero tiene una palabra que se lee "manja" (만자). De hecho, se ve muy a menudo la esvástica por Corea como en este puesto de un callejón que me he encontrado esta tarde.



Flipante, ¿verdad?

P.D: es una pena que no hubiese más iluminación, pero el jersey de la chica del anden mola y bastante.

viernes, 9 de marzo de 2012

Mi gozo en un pozo

Hoy por fin lo he conseguido. He ido a Seúl, ¡sí! Después de años deseando ir a la capital de Corea, por fin he cogido el tren esta mañana y me he plantado en el mismísimo centro de Seúl. Y mola. Mola mogollón. Una ciudad con una curiosa mezcla de edificios sacados del futuro y con castillos y palacios antiguos. Mi sueño era ver el monumento más famoso de Corea: el Namdaemun o Sungnyemun (anda, ¿eh? ¡Para que no os quejéis luego de que encima os pongo simbolitos ininteligibles!). Os explico un poco qué es "eso". Básicamente es una puerta totalmente hecha de madera y piedra del siglo XIV que daba acceso a la ciudad amurallada de Seúl. Cuando descubrí el tema de las becas de la universidad de Málaga para ir a Corea decidí averiguar un poco y me salió una foto de aquella puerta. Inmediatamente me dije que algún día la vería. Y aquí tenéis una foto de la famosa puerta:



Mola, ¿verdad? Sí, sabía que os molaría. Pues hoy, hoy iba a cumplir ese sueño. Por fin me iba a encontrar con una puerta centenaria que ha visto pasar personas y civilizaciones de toda índole a lo largo de sus muchos siglos de vida. Imaginaos mi felicidad cuando salía de un viaje de hora y pico del metro. Sí, hora y pico y en metro de una ciudad a otra. Desde la universidad hasta Seúl. Están locos estos coreanos haciendo metros de ciudad en ciudad, aunque ya aprendiese algo el metro de Málaga... En fin, sigo. Nada más bajar del tren me puse como loco a buscar un mapa en el andén para que me dijese dónde estaba el monumento. Entendedme. Hay que ser precavido. Todo sea que encima salga por la boca del metro equivocada corra calle abajo y no encuentre nada. Bien. Vale. Salida número 4. Busco la salida número 4. Miro de un lado a otro sin parar ¿Dónde está la puñetera salida?, ah, bien, ahí hay una flecha que me señala el camino de tan ansiado encuentro. Tras una caminata que me parece eterna encuentro las escaleras. ¡Por fin! Me da el viento frío en la cara. Me da igual. Decido subir tranquilamente. Hay cosas en la vida que lo mejor que se puede hacer es saborearla. Aunque te de un viento que te congele las mejillas. Bien, subo, ya empiezo a escuchar el ruido del tráfico. Ya queda poco. Unos peldaños más. Ya. Miro al frente y... ¿ein?, ¿qué hace un bloque gigante blanco en medio de la plaza?



Dudando de que me había equivocado de lugar decido mirar las avenidas que cruzan la plaza hasta donde me permite la vista. Nada. Sólo rascacielos, más rascacielos, coches. Miro al otro lado. Lo mismo. Sólo está ese bloque gigante en mitad de una marea de coches y autobuses. Mi curiosidad me pide a gritos que vaya y vea qué está pasando ahí. Me acerco y veo fotos de la puerta con letras en coreano ¿Una exposición en mitad de la calle?, pero ¿por qué la han distribuido por siglos? A ver, miraré sólo las imágenes y dejaré los carteles en coreano para luego. Bien, pinturas del diecinueve, ajam, fotos del siglo XX, sí, años 30, 40, ahora vienen los 50, muy bonito lo que había en los 70... interesante... pasamos a los 90, siglo XXI y... ostras... Que quemaron la puerta. Sí. La quemaron a base de bien. Hace un par de años que un pirómano quemó la puerta. Había olvidado que un viejo coreano decidió un buen día echar una lata de pintura altamente corrosiva al edificio y darle fuego a todo lo que pillase. Y solo para mostrar su cabreo con el gobierno coreano... Genial. Mi gozo en un pozo. En ese momento pienso en mandar recuerdo a los familiares de ese señor. No son recuerdos gratos por si os preguntáis. Así se quedó el edificio hace poco más de cuatro años:



¿La razón de todo eso? muy simple: dinero. Parece ser que el gobierno compró a ese señor, conocido como Mr. Chae, unas tierras que él tenía. Desconozco el lugar de esas tierras, la razón, cómo se desarrollo el negocio y el dinero que recibió ese hombre. Pero por su reacción a la hora de quemar el edificio se intuye que desde su punto de vista discernía que la cantidad no era suficiente. Debido a ese terrible egoísmo por parte del gobierno, Mr. Chae cogió el toro por los cuernos y quemó todo un símbolo de Corea con una simple lata de pintura. Con un par.

Bueno. No pasa nada. Dicen que este año acaban de restaurar la obra. Cruzo los dedos. Mi intuición me dice que está muy bien eso de cruzar los dedos. También me dice que las probabilidades de verla en estos cuatro meses son bajas, muy bajas. No es cuestión de pesimismo, pero el detalle de ver la plaza como si hubiese caído una bomba me hace creer que tardarán un poco. Pero volveré para verlo, eso seguro. Es hora de subir calle arriba. Hay todavía mucho Seúl por ver.

jueves, 8 de marzo de 2012

Curiosos descubrimientos culinarios

Dándome una vuelta por una de las calles principales de Incheon di de bruces con un puesto humeante de comida de una coreana que me gritaba algo que no entendía. La mujer, sonriente, me hizo gestos invitándome a acercarme. Decido hacerle caso, pero realmente podría haber desconfiado de ella. Podría haberme gritado por tirar la manzana en el contenedor que no debía o por haber cruzado en mitad de la vía cuando realmente no me tocaba. Los coreanos son así de estrictos. O respetas las reglas o te caerá una regañina sea donde sea. Simple, sencillo y conciso. Pero, afortunadamente, no fue el caso. Cuando me acerqué me enseñó una serie de bolitas que parecían en un principio pelotas de béisbol tostadas. Luego escruté un poco más lo que había encima de aquella plancha carbonizada y parecían, esta vez, bolas de nueces. Mientras hacía mis averiguaciones mentales, la buena señora me seguía intentando explicar qué es lo que veía. Es una pena que no entienda el idioma, pero intuyo que me estaba diciendo qué era y que estaba muy bueno (eso último creo que lo decía porque puso el pulgar hacia arriba mientras me sonreía radiantemente). Por suerte tengo un mínimo de conocimientos de coreano y le pregunto a ella que qué es eso. Me dice un nombre. Mi cara de perplejo sigue siendo la misma. Me repite otra vez la palabra, pero esta vez más seria. Mi rostro no cambia. El suyo tampoco. Entonces es cuando llego a la siguiente conclusión. Creo que voy a empezar a hacer un listening diario en coreano porque no las pillo ni al vuelo.

El caso es que, ya que estoy allí, ¿por qué no probarlo? Yo sonrío y acepto. Ella sonríe también. Me da una pedazo de bolsa bien calentita de bolas de esas como la de la foto:



Me alejo un poco del puesto de forma precavida. No me mal interpretéis. No lo hice con mala intención, pero tengo la fortuna de conocer un poco mis exigentes gustos culinarios y cualquier plato nuevo supone una dura pero motivante prueba. Y sólo basta que con mi reacción se ofendiese la buena mujer después de explicarme una y otra vez cuanto dinero le tenía que pagar (curiosamente ahí sí puso más insistencia). Cuando ya estoy a unos respetuosos 10 metros decido hacer la prueba de fuego con la impresión de que me voy a romper los dientes y... ¿¿¿qué??? Descubro que está blando y que sabe a... a... me recuerda a los pastelitos que se llaman Cabello de Ángel o algo así. Pero es que lo más curioso de todo es que está salado y dulce. Sí, salado y dulce. Y veo que mis papilas las... ¿aceptan? Eso parece. Y está bueno, muy bueno. Y descubro otra cualidad: están empalagosos a más no poder. Intuyo que eso y cualquier libro del Moccia debe de ser lo mismo. Sigo disfrutando del atardecer por las calles de Incheon. Una pena que el frío va calando en la bolsa y, con ella, mis manos. Consciente de que el tiempo corre en mi contra aprovecho lo que puedo, pero irremediablemente esas bolitas se van endureciendo hasta que al final se vuelven inmasticables. Una pena no poder acabármelo. Pues, hala, a la basura. Miro de reojo alrededor mía. Nadie me mira raro. Parece que esta vez he acertado con el contenedor. Bien. Me vuelvo doblemente satisfecho. He acertado con la papelera y he descubierto unos dulces bastantes buenos. Se repetirá la experiencia. Y a la próxima preguntaré todas las veces que haga falta para saber cómo se llaman estos dulces. Palabra.

domingo, 4 de marzo de 2012

Empezamos...

¡Hola a todos!

Tras un largo fin de semana de viaje, por fin escribo desde Corea! He visto muy poco (ni siquiera he visto todo el campus de la universidad de Incheon), pero este sitio parece interesante. Desde aquí os comentaré las curiosidades que vea y, por supuesto, con fotos. Por lo que he visto, es un país barato y con muchas facilidades. Por ejemplo, el autobús te cuesta 1000 wons (poco menos de un euro) y un menú en la cafetería de la universidad te cuesta entre 2.500 y 3.000 wons (tirado, vaya). Otra particularidad que tiene este país es que no tiene nombre en las calles, de todas formas poco a poco están cambiando esa curiosa costumbre... pero antes de que lo cambien voy a aprovechar a perderme por sus calles.

http://www.youtube.com/watch?v=gq08ouOwiqQ

¡Ya os contaré cómo va todo!